Este blog se ha creado a partir de la creencia en una idea:
para acceder a la Dirección de la Administración Pública hay que subir, no sin
esfuerzo, peldaños y peldaños de vivencias, formación y ejecución en la
práctica de una serie de requisitos indispensables para el ascenso.
Mi unidad administrativa está
enmarcada en el contexto de la Educación, en la Secretaría de un Centro de
Educación Infantil y Primaria.
Desde el puesto de trabajo en el
que ejerzo las labores de administración pública, en el centro escolar, he tenido la oportunidad de ver el crecimiento
personal del alumnado desde que llegaron a la “escuela” hasta que han ido
subiendo los diferentes escalones que les han llevado hasta los ciclos
superiores de primaria.
Imagen extraída de la Red Internet. |
“Hacerse grandes”,
dicen ellas y ellos, niñas y niños que despuntan según sus aptitudes y que
destacan o no, con el tiempo, ganas y apoyo, con sus actitudes.
No soy docente, pero el contacto casi directo con el alumnado me ha llevado a
sentir en mis propias carnes y observar con cierta alarma, que los escenarios se han ido
transformando, que si bien la antigua escuela ha dado paso a toda una
generación de nuevos conceptos en educación (la tecnología tiene mucho que ver
en ello) también se han abierto otras miras en estos niños y niñas que manejan
las nuevas herramientas con una capacidad que asombra a propios y extraños, y
que ha de estar muy bien supervisada y dirigida, dicho sea de paso.
Sin menospreciar la evolución de esta
sociedad, y sin miedo a equivocarme en cuanto a estadísticas se refiere, como espectadora y miembro de la comunidad Educativa del
entorno laboral en el que me desenvuelvo, compruebo día a día que se han
desdibujado las finas líneas que separaban hasta ahora un exceso de confianza con el respeto a la figura del docente.
Esos límites en los que el respeto a la
autoridad que significaba la presencia o dictámen de una profesora o profesor,
se han devaluado por la incidencia cada vez más profusa de la intervención de
las familias en las labores docentes, en cómo se ha de actuar con respecto a la programación educativa de sus hijas e hijos e incluso en evaluar lo que hasta ahora era un campo único y exclusivo del profesorado.
Haciendo otro balance de conceptos se me ocurre que tiene mucha relevancia esta cuestión concreta: la rutina de un alumno/a en el que ambos progenitores trabajen (y conozco las estadísticas en directo puesto que gestionamos el Plan de Apertura de Centros) estimo que del total del alumnado de nuestro colegio al menos un 33% es usuario de los servicios de Aula Matinal y Comedor Escolar.
¿Qué quiere decir esto?
Que ese 33% de nuestros niños y niñas,
entra en el centro en torno a las 7.30 de la mañana y sale a las 16.00 horas,
en el caso de no estar inscritos (además) a actividades extraescolares.
Esta cifra estimativa implica que en una
jornada escolar el alumno/a ha recibido las directrices educativas de un mínimo
de 4 personas diferentes y un máximo que no me atrevo a calcular: Monitor/a de
Aula Matinal, Tutor/a (y resto de profesores/as y especialistas), Monitor/a de
Comedor y familias (padres, madres y/o abuelos/as).
¿Con cuántos educadores al día se
encuentran nuestras hijas e hijos? ¿Cuántas directrices diferentes y que se
contradicen son capaces de discernir y respetar teniendo en cuenta su edad?
Cada peldaño del ascenso al que nuestro alumnado está
sometido por la inercia de la edad y el conocimiento, es el sumatorio de los
logros, de los pequeños retos que han ido superando en su etapa evolutiva.
Pero... ¿no estamos acaso obstaculizando ese aprendizaje con la intervención de tantas figuras en medio del proceso?
Pongo un ejemplo: Imaginemos a un alumno de 5 años cuya tutora está introduciéndolo en la forma de pintar de algunas figuras relevantes, pongamos por caso a Dalí y su cuadro de los Relojes Blandos, donde la figura tradicional de un reloj ha perdido la forma o donde un reloj está derretido en medio de un paisaje.
Imagen extraída de la Red Internet |
A la mañana siguiente el mismo alumno llega al Aula
Matinal. La Monitora le da una hoja en blanco para que haga un dibujo libre y el
niño, que guarda en su memoria reciente el cuadro de los relojes de Dalí,
dibuja un reloj derretido. La monitora no entiende que un reloj sea esa figura
informe y lo manda repetir el dibujo "¡¡para que hagas un reloj en
condiciones!!".
El niño entra en una
contradicción, en no saber discernir qué se le exige, qué se demanda a partir
de sus aptitudes.
Lo mismo ocurre (extrapolando) en el ámbito de la Educación. Estamos intentando educar a los adultos del mañana y, llegados a este punto de mi reflexión, me pregunto si no sería lo correcto el liderazgo expreso y tácito para la consecución de un objetivo común, una estrategia docente que conectara (también) con esta realidad del alumnado que depende en su día a día de tantos adultos que inciden sobre sus pequeñas personas.
Imagen extraída de la Red Internet |
LA MISIÓN: ¡¡¡LA NUEVA VISIÓN DE LA EDUCACIÓN!!!
Esa debería ser nuestra tarea común, la estrategia en
el que cada cual deje hacer y a la vez sea motor de impulso para un objetivo
común: LA EDUCACIÓN EN VALORES.
Tener en cuenta las realidades múltiples dentro de la
rutina de cada niño y niña, pero exigiendo a las familias que se respeten estos
espacios que desde hace unos años hasta nuestros días se han invadido,
pisoteando un terreno que era marco de referencia de la docencia de antaño.
La buena praxis en la educación, deteriorada por el exceso de confianza entre las caras opuestas de una misma moneda (Familias/Docentes) borrándose los límites que marcaban el respeto a la institución.
La sociedad, la evolución de la misma, nos ha hecho de
naturaleza competitiva. Los miedos al futuro, las crisis en los diferentes
estamentos, la pérdida de credibilidad en los que nos gobiernan, las
transformaciones mundiales con cambios de paradigmas a veces aberrantes no han
hecho sino que proyectemos en nuestros hijos e hijas nuestras propias
inquietudes.
Pero ¿dónde queda ese proyecto ilusionante desde el cual los parimos al mundo?
Volviendo al símil de la Escalera, hagamos que se construya peldaño a peldaño, que igual que los adultos ascendemos poco a poco en los escalones de la experiencia, nuestros hijos e hijas tengan las suyas propias, sin coacciones, libres, desde los valores que conforman esa escala dorada de conceptos...
Y de paso aplicarlos a la Administración Pública, porque un día también fuimos niños y niñas, proyectados en los adultos del...AHORA.
Así es...
Me ha gustado tu reflexión. Y la idea de tus escaleras me encanta!
ResponderEliminarMaría Eugenia, ¡¡bienvenida a tu casa!!!
ResponderEliminarLas escaleras son en mi vida un motivo de reflexión constante. Incluso descenderlas es como bajar a esos otros planos del subconsciente donde duermen las ideas hasta que se hacen realidad en la materia. ¡¡¡Gracias por compartir tu opinión!!
Aparte del contenido muy creativo su diseño. Felicitaciones
ResponderEliminarMuchas gracias Ysabel Risco...Bienvenida a ¡¡la creatividad!!!
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